domingo, 26 de octubre de 2008

Caída






[...]
Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son:
Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón.
[...]

José de Espronceda.
El estudiante de Salamanca.

viernes, 24 de octubre de 2008

miércoles, 22 de octubre de 2008

domingo, 19 de octubre de 2008

Pensando

Un castiñeiro para pensar.
Un domingo pola tarde, despois de comer:
- Diego, que fas aí?
- Estou pensando.
- ...?!

sábado, 18 de octubre de 2008

miércoles, 15 de octubre de 2008

lunes, 13 de octubre de 2008

Froitos






Caballero de otoño
Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! Nosotros
sentimos ganas de llorar.
José Hierro

sábado, 11 de octubre de 2008


Un té. Mellor, dous. Verde ou vermello?


Descanso

Con ternura, con paz, con inocencia,
con una blanda tristeza o el cansancio
que viene a ser un perro fiel que acariciamos,
estoy sentado en mi sillón y soy feliz,
y soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.
Con una fatiga que no es un desengaño,
con un gozo que no alienta esperanzas,
estoy en mi sillón, y estoy
en algo que quizás sólo es amor.
Sé que floto
y nada me parece sin embargo indiferente;
sé que nada me alegra ni me duele
y que sin embargo todo me enternece;
sé que eso es el amor,
o que quizá solamente es un dulce cansancio;
sé que soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.
Gabriel celaya

viernes, 10 de octubre de 2008

Optimismo



Seguimos el sendero que serpenteaba entre los naranjos y los almendros hasta que llegamos al cauce del río, por donde las caballerías avanzaban arrastrando sus cascos entre las calientes piedras y salpicando agua. El sol nos abrasaba desde un cielo desprovisto de nubes. De un humor eufórico, me di cuenta de que me estaba imaginando a mí mismo en una estación de tren por la mañana temprano bajo una fría llovizna, rodeado por otros cientos de hombres de negocios trajeados mientras esperaba el tren para el viaje diario a la rutina. "Lo que quiera que resulte de esta decisión -pensé- tiene que ser mejor que eso."
Los caballos bajaban por el pedregoso río pisando con delicadeza. Los inmóviles pinos que cubrían las laderas hacían que el aire resultara casi sofocante con el olor a resina. Tanto Canela como yo estábamos cubiertos de una capa de sudor, y una nube de moscas mantenía alegremente sus posiciones alrededor de nuestras cabezas. La vista desde el río era maravillosa y, una vez que me hube acostumbrado a mantener el equilibrio sobre el caballo (que no parecía ser exactamente el fogoso animal descrito por su amo), pude mirar a mi alrededor y disfrutar del paisaje, lo cual resulta imposible de hacer cuando se camina a pie por el río, ya que hay que mantenecer la cabeza constantemente inclinada para controlar el avance de los pies.
Sin embargo pronto dejamos el cauce del río y, tras avanzar un trecho por un angosto pasadizo entre las tapias de dos huertos de naranjos, nuestro pequeño grupo salió al camino público . Antes de llegar al pueblo tendríamos que pasar por dos aldeas e innumerables campos llenos de campesinos.

Chris Stewart. Entre limones.


Humor, paciencia e tenrura.
A importancia das cousas pequenas
e tamén das pequenas cousas.


sábado, 4 de octubre de 2008

O Lérez


Un paseíño á beira do río Lérez a finais do verán.











No seu último tramo, entra en Pontevedra e desemboca na ría.





Despois, pérdese no mar...