Imaxe: Camariñas, abril de 2009 (cerca do Cabo Vilán)
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba mas allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas dunas de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
- ¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
La función del arte /1
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba mas allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas dunas de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
- ¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.
4 comentarios:
Claro que temos que axudarnos, máis que os pequenos, para aprender a MIRAR. Por iso estoupa en nós tanto...
Fermosísimo acto de valentía o do neno que pide axuda para mirar. Hai transeuntes polo mundo que se poñen cegos de non ver as fermosuras que miran!
Bicos mudos
a todo hai que aprender, verdade?
inda que todo o potencial está en nós, precisamos axuda para descubrir a arte, a música, a literatura, a poesía...
Incluso precisamos axuda para aprender a amar, tamén.
O que non temos todos é a capacidade de pedir axuda cando non damos abarcado.
O texto lémbrame o de Dieste, "O vello que quería ve-lo tren". Que emocionante lograr un soño e descubrir algo novo e durante tanto tempo devecido.
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