Un rey (o un hombre rico) pregunta a sus tres hijas cuánto le aman. Las dos mayores comparan su amor con cosas muy preciosas (o dulces), como el oro, las piedras preciosas, el azúcar, la miel, los vestidos más valiosos. Pero la mayor dice que ella le ama igual que a la sal. El padre se siente ofendido por la respuesta de la hija más joven, y la destierra (o bien decreta su muerte), mientras que recompensa a las hijas mayores de modo proporcional al valor de sus aseveraciones.
La hija más joven se pone a trabajar entonces como sirvienta en un país lejano, con cuyo rey acaba casándose. Ella invita a su padre al banquete de bodas, y le sirve platos que no tienen sal. De ese modo el padre se da cuenta de que la sal es indispensable. La hija entonces revela su identidad.
La hija más joven se pone a trabajar entonces como sirvienta en un país lejano, con cuyo rey acaba casándose. Ella invita a su padre al banquete de bodas, y le sirve platos que no tienen sal. De ese modo el padre se da cuenta de que la sal es indispensable. La hija entonces revela su identidad.
Giuseppe Pitrè
5 comentarios:
Cantas ideas,cantas cousas desprezamos e logo ao remate...
Thanks!
Agora terás que facerte cunha lámpada de sal, para culminar o teu proceso de "himalaiación". Non sei se será verdade o dos ións, pero polo menos adornan.
Estou seguro de que miña nai non sabía que esa historia era de Giuseppe Pitrè; pero fixéchesme lembrala -precisamente xa no día da nai-, posto que sempre me contaba este conto.
Din que antiguamente chegouse a pagar á xente con sal. E que de ahí provén a palabra salario,
non sei se será certo....
pero certo é, que a vida sin sal sería moi sosa.
Apertas. O
E ao remate, Neves, volvemos ao esencial.
Si, Xosé, pensarei na lámpada; con tantos aparellos que acumulamos nas vivendas, viría ben unha descarga extra de ións negativos para axudar a desintoxicarnos.
Chousa, a miña avoa Aurea, que era unha apaixonada narradora de contos e lendas, tamén me contaba unha historia semellante cando eu era pequena. Seguro que ela tampouco coñecía ao autor siciliano.
O: claro que estás no certo coa túa achega etimolóxica, salario deriva do latín salarium.
Apertas virtuais. E, a modiño co sal, aínda que sexa do Himalaya!
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