Os que marchan moi lentamente, seguen o camiño recto, e poden avanzar moito máis que os que corren por senda extraviada.
Descartes
O home superior gosta de ser lento en palabras, pero rápido nas obras.
Miguel de Cervantes
A natureza obra sempre con lentitude, e por así dicilo, con economía.
Montesquieu
Cando saias a camiñar, faino despacio, decubrirás tantas cousas fermosas!
Anónimo
Los encuentros de un caracol aventurero
Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud de
la Naturaleza le
dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar, deseó
ver el fin de la senda.
Echó a andar e internose
en un bosque de yedras
y de ortigas. En medio
había dos ranas viejas
que tomaban el sol,
aburridas y enfermas.
"Esos cantos modernos
-murmuraba una de ellas-
son inútiles". "Todos,
amiga -le contesta
la otra rana, que estaba
herida y casi ciega-.
Cuando joven creía
que si al fin Dios oyera
nuestro canto, tendría
compasión. Y mi ciencia,
pues ya he vivido mucho,
hace que no lo crea.
Yo ya no canto más..."
Las dos ranas se quejan
pidiendo una limosna
a una ranita nueva
que pasa presumida
apartando las hierbas.
Ante el bosque sombrío
el caracol se aterra.
Quiere gritar. No puede.
Las ranas se le acercan.
"¿Es una mariposa?",
-dice la casi ciega-."
Tiene dos cuernecitos
-la otra rana contesta-.
Es el caracol. ¿Vienes,
caracol, de otras tierras?"
"Vengo de mi casa y quiero
volverme muy pronto a ella".
"Es un bicho muy cobarde
-exclama la rana ciega-.
¿No cantas nunca?" "No canto",
-dice el caracol-. "¿Ni rezas?"
"Tampoco: nunca aprendí".
"¿Ni crees en la vida eterna?"
"¿Qué es eso?"
Pues vivir siempre
en el agua más serena,
junto a una tierra florida
que a un rico manjar sustenta".
"Cuando niño a mí me dijo
un día mi pobre abuela
que al morirme yo me iría
sobre las hojas más tiernas
de los árboles más altos".
"Una hereje era tu abuela.
La verdad te la decimos
nosotras. Creerás en ella",
-dicen las ranas furiosas.
"¿Por qué quise ver la senda
-gime el caracol-. Sí creo
por siempre en la vida eterna
que predicáis..."
Las ranas,
muy pensativas, se alejan.
Y el caracol, asustado,
se va perdiendo en la selva.
Las dos ranas mendigas
como esfinges se quedan.
Una de ellas pregunta:
"¿Crees tú en la vida eterna?"
"Yo no", -dice muy triste
la rana herida y ciega-.
"¿Por qué hemos dicho, entonces,
al caracol que crea?"
"Por qué... No sé por qué
-dice la rana ciega-.
Me lleno de emoción
al sentir la firmeza
con que llaman mis hijos
a Dios desde la acequia..."
El pobre caracol
vuelve atrás. Ya en la senda
un silencio ondulado
mana de la alameda.
Con un grupo de hormigas
encarnadas se encuentra.
Van muy alborotadas,
arrastrando tras ellas
a otra hormiga que tiene
tronchadas las antenas.
El caracol exclama:
"Hormiguitas, paciencia.
¿Por qué así maltratáis
a vuestra compañera?
Contadme lo que ha hecho.
Yo juzgaré en conciencia.
Cuéntalo tú, hormiguita".
La hormiga, medio muerta,
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."
"¿Qué son las estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"Sí -repite la hormiga-,
he visto las estrellas,
subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas".
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son las estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza".
"Nosotras no las vemos",
-las hormigas comentan-.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."
Las hormigas exclaman
moviendo sus antenas:
"Te mataremos; eres
perezosa y perversa.
El trabajo es tu ley."
"Yo he visto a las estrellas",
-dice la hormiga herida-.
Y el caracol sentencia:
"Dejadla que se vaya.
seguid vuestras faenas.
Es fácil que muy pronto
ya rendida se muera".
Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga, agonizando,
huele la tarde inmensa,
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella".
Las demás hormiguitas
huyen al verla muerta.
El caracol suspira
aturdido se aleja
lleno de confusión
por lo eterno. "La senda
no tiene fin -exclama-.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas".
Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia,
y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto,
el paisaje contempla.
Federico García Lorca
12 comentarios:
E xa que nos toca reflexionar, aporto esta: Anda despacio se queres chegar lonxe.
Un saúdo
Estes días tamén me chegou a historia doutro caracol.
Como fas sempre, destacando en captar e capturar ben para o "clic". Canto brillo!
Onde andará??
Amodiño, resulta a antítese do nerviosismo meu.
A donde el corazón se inclina,
el pie camina.
Unha aperta.
Voy caminando por la vida,
sin pausa pero sin prisa...
E que a min gustame cantaruxar mentras camiño.(o que canta o seu mal espanta).
O
Comparto as vosas aportacións.
E engado a canción de Melendi: "Caminando por la vida", creo que lle vai moi ben aquí. Grazas.
Apertas.
Como nos mimas ...que sorte.
O
Haiche moitas ras aburridas e furiosas enfermas de ignorancia e de rabia. Eu prefiro o humilde caracol de Lorca inda que sea cobarde e non crea nin rece.
Parabéns polo blog.
Vaya ahora de paso una advertencia:
Muchos censuran,si,lector benigno,
Pero a fe que hay bastante diferencia
De un censor útil a un censor maligno.
IRIARTE.
Non pensei eu que o post do caracol ía dar para tantas reflexións.
Iriarte e as súas sabias ensinanzas sempre orixinais e oportunas, coma nesta fábula de La víbora y la Sanguijuela.
Eu lembrei o videoclip Todo,de Pereza. Aparecen dous caracois e nel tamén hai lentitude...
Bea, e eu lembrareino a próxima vez que atope outro caracol.
Neves, "amodiño" é unha expresión moi bonita e moi recomendable.
Respondendo á túa pregunta, onde andará? Hai uns días, de camiño a Camariñas, fixemos unha paradiña xunto ao río Porto, unha beleza de lugar! Cando estaba fotografando ao caracol, comezaron a caer unhas pingas e marchamos a présa. Ao chegar ao lugar de destino, cal non foi a nosa sorpresa ao ver que o amigo gasterópodo viaxara con nós durante varios kilómetros pegado enriba do coche, que resistencia! Ben podes ti imaxinar quen sería o artífice de tal aventura, cousas de don Diego... Seica lle daba pena deixalo alá só, mollándose. Collémolo e pousámolo nunhas herbiñas que había a carón do porto. Esperemos que puidera adaptarse á brisa do mar e non botara moito de menos os aires e as ribeiras do río onde antes moraba.
Apertas de domingo.
Comentando: cando llo dixen á nena levou as mans á cabeza e rimos.
Todo contén unha historia, Isabel.
Biquiño a "D.Diego".-
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