viernes, 10 de octubre de 2008

Optimismo



Seguimos el sendero que serpenteaba entre los naranjos y los almendros hasta que llegamos al cauce del río, por donde las caballerías avanzaban arrastrando sus cascos entre las calientes piedras y salpicando agua. El sol nos abrasaba desde un cielo desprovisto de nubes. De un humor eufórico, me di cuenta de que me estaba imaginando a mí mismo en una estación de tren por la mañana temprano bajo una fría llovizna, rodeado por otros cientos de hombres de negocios trajeados mientras esperaba el tren para el viaje diario a la rutina. "Lo que quiera que resulte de esta decisión -pensé- tiene que ser mejor que eso."
Los caballos bajaban por el pedregoso río pisando con delicadeza. Los inmóviles pinos que cubrían las laderas hacían que el aire resultara casi sofocante con el olor a resina. Tanto Canela como yo estábamos cubiertos de una capa de sudor, y una nube de moscas mantenía alegremente sus posiciones alrededor de nuestras cabezas. La vista desde el río era maravillosa y, una vez que me hube acostumbrado a mantener el equilibrio sobre el caballo (que no parecía ser exactamente el fogoso animal descrito por su amo), pude mirar a mi alrededor y disfrutar del paisaje, lo cual resulta imposible de hacer cuando se camina a pie por el río, ya que hay que mantenecer la cabeza constantemente inclinada para controlar el avance de los pies.
Sin embargo pronto dejamos el cauce del río y, tras avanzar un trecho por un angosto pasadizo entre las tapias de dos huertos de naranjos, nuestro pequeño grupo salió al camino público . Antes de llegar al pueblo tendríamos que pasar por dos aldeas e innumerables campos llenos de campesinos.

Chris Stewart. Entre limones.


Humor, paciencia e tenrura.
A importancia das cousas pequenas
e tamén das pequenas cousas.


1 comentario:

neves dijo...

Coma os froitos que nos dan estes dous limoeiros, pasando de diversas tonalidades de verde a outras tantas de amarelo e con lindas follas. O que destaca,a etiqueta: "optimismo".